jueves, 11 de diciembre de 2008

El viaje

Mi trabajo se llama “El viaje”, y lo que quiero es comentarles un clip que me resultó encantador. El director se llama Hayao Miyazaki, es una película animada, que logra sorprendernos una y otra vez, en mí ha dejado una marca, una huella, la huella de un estilo, de un creador. La película se llama “El viaje de Chihiro”. Así fue traducida acá, en inglés es "Spirited Away", y, como gentilmente averiguó mi amiga Gladys, se ajusta más a su traducción en nipón: “La misteriosa desaparición de Chihiro y Sen”.
Bueno, es en sí, esta película, la mirada de una niña, Chihiro, de 10 años, una niña delgada, torpe en su andar, y muy curiosa, y, podemos decir muy ética, respecto de todas las cuestiones que Carlos nos comentaba en relación al sujeto ahí en juego, y lo que hace en relación como sujeto de lo que a ella le pasa.
Bueno, les voy a proponer un juego de lectura, que tomemos a Chihiro, a este personaje, no como un personaje sino como un caso clínico y a su viaje, como originario de un sueño o de un ensueño. Son momentos por los que hemos pasado, todos hemos pasado por ahí, momentos de transición, que dirían los psiquiatras, despersonalización, de borde entre lo que es del sueño y lo que es de la vigilia, momentos de confusión, o como también se les puede llamar, de locura. Es para un sujeto que se ve conmovido en su recorrido, en su andar, por un paso, por un pasaje.
¿Qué contar del film?, ¿Qué decir?, esto hace a una decisión de lectura, y esto es un recorte que haré de la trama. Chihiro se encuentra enojada, viaja con sus padres, va camino a una nueva casa, vivirá en el campo, o sea, que va de la a ciudad al campo. Recordemos, un enojo, que creo que es lo que da a pie al desarrollo de la película: el enojo con sus padres. Se detienen entonces a la mitad del camino ante un portal misterioso, que parece milenario, y entonces, en ese momento se impone el acceso a un túnel. Bueno, ahí todo transcurre rápidamente, la familia confunde ese lugar, piensa que es un parque de diversiones abandonado, y allí, los padres de Chihiro descubren un kiosco de comida, que les resulta irresistible y comienzan a devorar, a tragar, a comer, hasta que se transforman en cerdos, y en ese estado, transcurren hasta el final de la película. Entonces, Chihiro sale en busca de ayuda, y así es como encuentra a un niño misterioso, que se llama Haku. El le advierte que debe irse del lugar, tiene esa función, de advertirle, de ponerla al tanto; que mejor que se vaya ,ya es tarde, el río ha avanzado, ha avanzado de manera tal que divide lo que es de la ciudad iluminada, de donde ella viene, de éste lugar donde ella queda, este “otro mundo” vamos a decir. Es un mundo que se erige de las sombras, de la oscuridad, extraño, es angustiante, en él deberá aprender a sobrevivir, y, no solamente encontrar la forma de liberarse, sino que además liberar a sus padres del hechizo que los ha transformado, de manera que les permita volver al mundo, a su mundo. Entra en este territorio desconocido de la mano de Haku, el muchacho que conoce ni bien arranca la película, y atraviesa un puente. En ese momento, llega un barco, y, comienzan a descender sombras enormes, mudas, fantasmáticas. Un punto para destacar, el cuerpo de Chihiro se vuelve transparente, podría suceder que el cuerpo desapareciera, si es que pronto no come algo de este otro mundo.
Me pregunto: ¿Qué instancia es este otro mundo de sueño?, ¿Y qué hace desaparecer, al cuerpo?
Chihiro debe conseguir que una hechicera, que regentea el lugar, que se llama Yubaba, le dé trabajo, solo de esta manera, con un trabajo va a poder salvarse. Entonces, en esa búsqueda, va con el esclavo, un esclavo de la caldera, cuya función es mantener el fuego vivo, instante muy importante, luego les aclaro el por qué.
El se llama Kamaji y es amigo de Haku, la reta, si ella no trabaja el hechizo se va a romper, y es la primera vez que se transfiere la amenaza, que va a insistir una y otra vez a lo largo de la película, es la amenaza que se repite. Chihiro se entera que está en un Centro de Descanso, es un Centro de Descanso para viejos estresados, es un gigantesco hotel y tiene una especialidad que son los baños de agua caliente, los Dioses se van a bañar para sacarse el estrés. Se produce entonces una extraña ceremonia, que quiero remarcarles, Yubaba le hace firmar un contrato de trabajo, Chihiro firma, y entonces, la hechicera toma el nombre que está en sus manos, y las letras del nombre comienzan a borbotear, suspendidas en el aire, y son, en ese punto verdaderos entes materiales. La hechicera se apodera del nombre, y sentencia: “-Desde hoy te llamaras Sen.”, todos comenzarán a llamarla, a partir de este momento, por este nuevo nombre. Ha perdido el suyo, y ésta es la condición para permanecer en este “otro mundo”, o sea, es quedar bajo la amenaza de perder el nombre, y en consecuencia, el cuerpo se vuelve transparente, perderá el cuerpo.
Pienso en este punto, en el nombre propio, en lo que Lacán nos dice en “el Seminario de la Identificación”, que es el que estuvimos leyendo a lo largo de todo este año, el nombre como trazo, el nombre ligado al trazo, lo que se llama la escritura de la letra en el inconsciente, aquello ligado a la institución de un vacío que alojará luego la escritura. Volvamos a la película, y tratemos de ilustrar esto, que así es como muy contundente, muy fuerte, muy teórico. Pero veamos si a lo largo de la película encontramos algún indicio de cómo poder explicarnos la teoría.
Haku explica a Chihiro que la hechicera Yubaba la va a controlar quitándole su nombre, cuando ella lo olvide, le pertenecerá por siempre a la bruja, de hecho él ya no recuerda el suyo, en este sentido si Chihiro pierde el nombre la marca de una identificación se pierde. Lo curioso del personaje….. se pierde, este “se pierde” es en el mismo sentido que Carlos diferenciaba lo que es del “yo”, de lo que es del sujeto. El "yo" no, pero el sujeto se pierde y pierde ese nombre que es marca de identificación.Un curioso personaje entra entonces en escena, y se corresponde con la pérdida del nombre. Es una especie de sombra con careta, que no camina, flota, no habla, solo se mueve diciendo: “Ah-Ah”, y sigue a Chihiro, hace las veces de una verdadera sombra. En el lugar, en este mundo le llaman “El sin cara”. Es un ser, que al no tener rostro ni voz carece de rasgos que lo identifiquen, atrae a otros personajes, y los devora íntegros. Bueno, el primero en tragar es un sapo y se apodera de su voz. Va inflándose con cada uno de los personajes que va digiriendo. No mastica, traga a cada personaje íntegro.
Hasta aquí prepondera la pulsión oral. Y con relación a este último personaje, “Él sin cara”, podríamos decir, encarna al canibalismo, ahora, ¿qué es el canibalismo? Freud habla de una identificación primordial, no primera, sino que la piensa, lógicamente, por eso habla de primordial, anterior y que se resignifica, luego a posteriori a partir con otras operaciones. Es la identificación al padre mítico, al padre de la horda, lo que llamará “El Padre Muerto”, el padre de “Toten y Tabu”. Es, la necesidad freudiana de poner un mito en los comienzos, de manera tal, de dar por tierra, con la idea psicologista, de un padre en el origen.
Para ejemplificar qué es el canibalismo, podemos pensar en un pueblo que conquista a otro pueblo, cuando el conquistador, arrasa con la cultura precedente, la barre, la traga, la devora, esto lo hace a la manera del canibalismo. La operación que ahí entra en juego es lo que se llama, la asimilación de una cultura por otra, entonces en ella, lo que es el objeto devorado, que es el pueblo conquistado, pierde sus rasgos, lo que se llama “su unariedad”.
Se trata de adquirir, entonces, una identificación por medio de una sustancia, que si vamos al caso de lo que comentaba respecto de la horda primitiva, esta sustancia que está en juego para adquirir esa identificación, es el cuerpo del mono macho jefe, que se lo come y es por eso que se lo mata. Solo a posteriori del asesinato del mono macho, habrá padre y hermanos. No se trata del padre en el origen, sino que está el mono, Jefe de la horda y quienes se juntan, todavía no son hermanos, se juntan para devorarlo. Bueno, sobre la base de esa prohibición, del canibalismo, es que entonces, habrá padres y hermanos. Subrayemos que el motor del canibalismo es el deseo sexual, y piensen que esto lo vivimos a diario, no precisamos ir a la horda, ni pensar que este mito es de los primitivos, sino que esto es algo que podemos comprobar más que a diario. Sigo en este desarrollo al psicoanalista Carlos Quiroga, quien diferencia leyendo a Freud esta operación, lo que es del canibalismo y la asimilación, de otra operación, que podría ponerse en juego y que tiene que ver con la incorporación. Cuando se trata de la incorporación del objeto, estamos hablando de la identificación a un rasgo del mismo. Entonces el objeto no pierde la unariedad, de la persona se va a tomar un rasgo, solo un rasgo: es la llamada identificación por el rasgo unario, por ejemplo alguien puede adoptar el carraspeo, la tos de su padre o algún otro rasgo que lo identifique. Entonces ya no es el ser, o el todo, el padre, o toda la madre, que por otro lado eso es imposible, pero digamos en lo imaginario, se plantea en estos términos. Si no que será sencillamente un rasgo que se puede tomar de “ese otro”.
La identificación que se logra con la incorporación es una operación simbólica, es un límite al juego pulsional del canibalismo imaginario. Y es, como decía respecto del nombre y la marca, el trazo, la incorporación de un vacío. Les propuse hasta ahora que tomáramos a Chihiro como un caso clínico, es un sujeto que sueña, soñante, y me interesaba subrayar tal como Freud nos enseña en “La interpretación de los sueños”, que el soñante, se desdobla, se descompone en cada uno de los personajes del sueño. El soñante es cada uno de los personajes del sueño, en todo caso, distintas instancias de ese sujeto soñante. Ahora, ¿A qué instancia de este sujeto soñante responden los personajes del film? Para explicarnos esto, recurro a la diferencia que ya Carlos dejó planteada: qué es del yo y qué es del sujeto. Voy a partir de la cuestión del yo, para poder pensar cómo se construyen los ideales, cómo las identificaciones. El “yo” se presenta, se cree una unidad, una unidad imaginaria, sin embargo, esa unidad es ficticia. El yo está escindido, está escindido y no dividido, escindido por los ideales, que se conforman a su vez por las identificaciones. Ahora, ¿por qué se identifica un sujeto?, bueno, esto sucede por amor. Por amor, un sujeto, entra en la posibilidad de identificarse. En ese punto, el yo está articulado por un doble lazo, su división es entre lo que se llama el yo ideal, que es del orden de lo imaginario, y el ideal del yo, que es del orden de lo simbólico.
Entonces hasta aquí contamos: (1) un Yo que está articulado, (2) Yo ideal e Ideal del Yo (3). Con lo cual, no hay ninguna unidad posible, si bien nos creemos a la altura que decimos yo, que esta unidad existe y nos conforma. Ahora ¿qué es “el yo ideal” y qué es “el ideal del yo”?
Aparece en escena un nuevo personaje, esta vez una hermana gemela de la hechicera Yubaba. Es otra hechicera, ésta se llama Zemiba, es buena, es buenísima. En realidad, ambas son la otra cara pero de una misma moneda, efectivamente, una representa el bien, la otra el mal, son un doble ideal y especular. Ambas se disputan a un enorme bebé, que es una bola de grasa inflada, colmada, nada puede faltarle, le han hecho creer, esto es muy interesante, que si se aparta de al lado de la hechicera: mamá, digamos, Madre (con mayúscula), si se aparta del lado de la mamá, será contagiado de alguna enfermedad letal por otros, con lo cual, el pobre bebé queda en el encierro, no le queda alternativa, es bien la fobia. Yubaba no puede tolerar que le falte el bebé, este bebé no puede faltar, y conste que él no tiene nombre, sólo le dicen “Bebé”, todos le dicen así, no solo su mamá, porque no es un hijo, esa es una diferencia que es importante incluir; por que esto es algo que se escucha muy habitualmente, no es lo mismo que alguien nombre a su bebé, “una cosa que está todo bien, esa cosa cariñosa que tenemos”; pero cuando indefectiblemente, la única manera de nombrar a un hijo es “un bebé”, la pregunta es, ¿Pero de qué se trata?, un bebé no es un hijo. Y en este caso, es clarísimo, “este sin nombre”, que tiene la función de lo que llamamos “El falo imaginario”, en definitiva, un nombre muy rimbombante, pero para nombrar, una porquería, no es mas que eso, una cosa, que viene a completar la falta del hombre y como toda cosa, excluye entonces lo que es del orden del sujeto y lo que tiene que ver con la sexualidad infantil. Bueno, esta identificación, al falo imaginario, se hace por amor, como dijimos en toda identificación. Depende de la demanda materna, que intenta satisfacer, y es lo que llamamos “el yo ideal”, o sea, otro de los ideales, con el cual, el sujeto se medirá respecto de aquella percepción que fue para “el Otro”.
Volvamos al film, sucede que Haku; vamos a la pesca del otro ideal, del ideal del yo; Haku cae gravemente herido, un hechizo se apoderó de él, y será hechizado si Chihiro no llega a tiempo. Entonces ella emprende un viaje dentro del viaje, para salvarlo, y esto lo hace por amor. Este es un viaje en tren, es a una tierra aun más recóndita, la acompañan pasajeros transparentes, o sea que ha hecho a la desintegración de los cuerpos presentes. Las imágenes desde afuera parecen congeladas, detenidas en un sin tiempo. Esta función del tiempo es importante porque es lo que hace a la posibilidad de la subjetividad: espacio y tiempo, lugar y tiempo. Acá, todo parece detenido en el sin tiempo. Podemos preguntarnos, que es esto que insiste a lo largo de toda la película y se repite, ¿Qué es el hechizo? Como lo puedo explicar, el hechizo produce encantamiento, encanta, anonada, fascina, tal como hacen los ideales con el “yo”. Es el llamado amor propio, el narcisismo. El “yo” desconoce que el mecanismo, ese mecanismo de constitución es este mismo. Ahora, volvamos a “Chihiro”, ella llega entonces hasta el recóndito lugar para romper el hechizo que capturó a Haku, y lo logra. Resulta que él, una vez librado del hechizo, va a volver, regresa a rescatarla, cosa que lo hace y sucede entonces que “el sin cara”, se acuerdan que lo habíamos identificado con la cuestión del canibalismo, queda perdido en aquel lugar, otro mundo recóndito. Antes de irse de este lugar, la niña dice a la hechicera, la abuela que encuentra en este lugar, que es Zemiba, la hermana gemela de Yubaba, le dice: “Quiero que sepas que mi verdadero nombre es Chihiro-.”, ella entonces le responde: “-Cuídalo bien, es tuyo.” En el viaje de vuelta, Haku, recuerda su nombre completo, recuerda que él había perdido, había olvidado su nombre. O sea, que hay una relación directa entre el valor que Chihiro encuentra a través de este viaje con su nombre, y Haku. Chihiro se ha apropiado de su nombre, es el que la saca de este territorio ignoto del yo ideal y la acota. La operación en juego, ahora, es la incorporación de un rasgo por el nombre, el tipo de identificación a un rasgo que soporta el ideal del yo, y deja una marca, una huella en el lenguaje, lo que llamamos, una marca significante. Haku entonces, abre el camino, la posibilidad de entrada del nombre del padre, que está en la función paterna que separa de la demanda materna de la identificación al padre imaginario. Ahora, va a tener un valor simbólico, es introyectada por la identificación al rasgo “del ideal del yo”, y es el paso que lo que podríamos llamar de esa amenaza de castración, que es imaginaria y que existía a lo largo de la película, a la castración, pero en el orden de lo simbólico, en este sentido, se dice que los ideales son restos del Complejo de Edipo. La identificación, entonces, al ideal del yo, permite la salida de este otro mundo y la entrada al mundo. Chihiro ha develado el enigma que la libera de las hechiceras, de las manos de Haku, entonces, atraviesa nuevamente el puente y antes de despedirse, Haku le dice, le advierte, que no mire hacia atrás, lo que podríamos llamar “yo ideal”; le promete, no obstante, que han de encontrarse en el futuro, lo que podríamos pensar como “ideal del yo”; en sí, es esa promesa de futuro el “ideal del yo”. Ella entonces, atraviesa el túnel, el túnel del comienzo ya que es solidario el fin de la película con su comienzo, como en los análisis. En ese momento, los padres, la esperan a la salida, la reprenden por haberse escapado de esa manera, Chihiro entonces, mira un agujero negro que deja atrás.
Para terminar, una última reflexión, esto es simplemente un recorte. Si algo intentamos practicar es respetar la pertinencia de todos los discursos, esto es una lectura desde el discurso en el que estamos, que es el psicoanálisis. En definitiva, a mí me impresiona este viaje, con un viaje que más de una vez hemos emprendido, que es solidario con la locura y que nos pone en la pista de un recorrido, un recorrido que podemos hacer como sujetos para ganar un cuerpo, a través de los ideales. Sin que esto implique, de ninguna manera, una cuestión evolutiva sino de estructura. Con esto, quiero decirles, que no habría posibilidad de constitución del narcisismo, del espejo, del cuerpo de un sujeto sin el funcionamiento del ideal, “el ideal del yo”, esa marca, esa huella en la estructura. De ahí que esta película animada nos conmueva, por su valor metafórico, y, esto por mas que tengamos muchos mas de diez años en nuestra historia.

Carina Luz Scaramozzino
Miembro de la Escuela Freudiana de la Argentina.
Directora de Trazos
Trabajo presentado en las Jornadas 2007

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